O como evitar un suicidio
Toda vida está plagada de momentos de reflexión en los que se le viene a uno el mundo encima. También a Woody Allen le sucede a menudo lo mismo. En esos momentos, recurro a una de las escenas que más me gustan de su cine. Se trata una escena de Hannah y sus hermanas: "Me hacía falta un momento de tranquilidad para recomponer mis pensamientos, obrar con lógica y volver a colocar el mundo en una perspectiva racional. [...] Entonces comencé a pensar otra cosa: ¡cómo se te ocurre matarte!¡no te parece una estupidez! Incluso aunque lo peor sea cierto, ¿qué pasa si no existe Dios y nosotros sólo vivimos una vez y se acabó?¿No te interesa? ¿No te interesa esa experiencia? Entonces me dije: ¡qué diablos! No todo es malo. Y pensé para mis adentros: ¿por qué no dejo de destrozar mi vida buscando respuestas que jamás voy a encontrar y me dedico a disfrutarla mientras dure? Y después, después ¡quién sabe! Quiero decir: quizá existe algo, nadie lo sabe seguro. Ya sé que la palabra quizá es un perchero muy débil en el que colgar toda una vida, pero es lo único que tenemos. Luego me acomodé en la butaca y realmente empecé a pasarlo bien". ¿Un poco hedonista? Sí, pero algunas veces es la única luz.
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